Hoy, 23 de abril, celebramos el día del libro en España. Las editoriales y las librerías aprovechan la oportunidad para compartir sus catálogos actualizados y animarnos a adquirir sus últimas publicaciones. Sin embargo, en un día como este, yo te animo a que leas un libro que ha estado en el “mercado” por mucho tiempo. De hecho, fue el primero en imprimirse, y, todavía hoy, sigue siendo el más traducido y vendido de la historia: la Biblia.

Pero, en lugar de elaborar mi propia lista de motivos por las que creo que sería una buena idea leer la Biblia, dejaré que ella misma te convenza. Y es que, a lo largo de sus páginas, la Palabra de Dios nos presenta muchas buenas razones para acercarnos a ella. A continuación, incluyo algunos de los beneficios que obtenemos exclusivamente a través de la Escritura:

 

  1. La bendición de Dios (Deuteronomio 6:2–3)

“Para que temas al Señor tu Dios, guardando todos sus estatutos y sus mandamientos que yo te ordeno, tú y tus hijos y tus nietos, todos los días de tu vida, para que tus días sean prolongados. Escucha, pues, oh Israel, y cuida de hacerlo, para que te vaya bien”.

 

  1. La revelación de Dios (Deuteronomio 29:29)

“Las cosas secretas pertenecen al Señor nuestro Dios, mas las cosas reveladas nos pertenecen a nosotros y a nuestros hijos para siempre, a fin de que guardemos todas las palabras de esta ley”.

 

  1. La consolación de Dios (Josué 1:8; Salmo 119:50)

“Este libro de la ley no se apartará de tu boca, sino que meditarás en él día y noche, para que cuides de hacer todo lo que en él está escrito, porque entonces harás prosperar tu camino y tendrás éxito. ¿No te lo he ordenado yo? ¡Sé fuerte y valiente! No temas ni te acobardes, porque el Señor tu Dios estará contigo dondequiera que vayas”.

“Este es mi consuelo en la aflicción: que tu palabra me ha vivificado”.

 

  1. La salvación de Dios (Romanos 10:17; Santiago 1:18)

 “En el ejercicio de su voluntad, Él nos hizo nacer por la palabra de verdad, para que fuéramos las primicias de sus criaturas”.

“La fe viene del oír, y el oír, por la palabra de Cristo”.

 

  1. La capacitación de Dios (Salmo 19:7–11; 2 Timoteo 3:16­–17)

“La ley del Señor es perfecta, que restaura el alma; el testimonio del Señor es seguro, que hace sabio al sencillo. Los preceptos del Señor son rectos, que alegran el corazón, el mandamiento del Señor es puro, que alumbra los ojos. El temor del Señor es limpio, que permanece para siempre; los juicios del Señor son verdaderos, todos ellos justos; deseables más que el oro; sí, más que mucho oro fino, más dulces que la miel y que el destilar del panal. Además, tu siervo es amonestado por ellos; en guardarlos hay gran recompensa.”

“Toda Escritura es inspirada por Dios y útil para enseñar, para reprender, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, equipado para toda buena obra”.

 

  1. La percepción de Dios (Hebreos 4:12)

“Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que cualquier espada de dos filos; penetra hasta la división del alma y del espíritu, de las coyunturas y los tuétanos, y es poderosa para discernir los pensamientos y las intenciones del corazón. Y no hay cosa creada oculta a su vista, sino que todas las cosas están al descubierto y desnudas ante los ojos de aquel a quien tenemos que dar cuenta”.

 

  1. La orientación de Dios (2 Pedro 1:3–4)

“Su divino poder nos ha concedido todo cuanto concierne a la vida y a la piedad, mediante el verdadero conocimiento de aquel que nos llamó por su gloria y excelencia, por medio de las cuales nos ha concedido sus preciosas y maravillosas promesas, a fin de que por ellas lleguéis a ser partícipes de la naturaleza divina, habiendo escapado de la corrupción que hay en el mundo por causa de la concupiscencia”.

 

  1. La encarnación de Dios (Colosenses 1:25–28)

“… la predicación de la palabra de Dios, es decir, el misterio que ha estado oculto desde los siglos y generaciones pasadas, pero que ahora ha sido manifestado a sus santos, a quienes Dios quiso dar a conocer cuáles son las riquezas de la gloria de este misterio entre los gentiles, que es Cristo en vosotros, la esperanza de la gloria. A Él nosotros proclamamos, amonestando a todos los hombres y enseñando a todos los hombres, con toda sabiduría, a fin de poder presentar a todo hombre perfecto en Cristo”.

 

  1. La eternidad con Dios (Juan 5:24; 39–40)

“En verdad, en verdad os digo: el que oye mi palabra y cree al que me envió, tiene vida eterna y no viene a condenación, sino que ha pasado de muerte a vida”.

 “Examináis las Escrituras porque vosotros pensáis que en ellas tenéis vida eterna; y ellas son las que dan testimonio de mí; y no queréis venir a mí para que tengáis vida”.

 

  1. La resolución de Dios (Isaías 66:2; Lucas 7:47–49)

“A este miraré: al que es humilde y contrito de espíritu, y que tiembla ante mi palabra”.

 “Todo el que viene a mí y oye mis palabras y las pone en práctica, os mostraré a quién es semejante: es semejante a un hombre que, al edificar una casa, cavó hondo y echó cimiento sobre la roca; y cuando vino una inundación, el torrente dio con fuerza contra aquella casa, pero no pudo moverla porque había sido bien construida. Pero el que ha oído y no ha hecho nada, es semejante a un hombre que edificó una casa sobre tierra, sin echar cimiento; y el torrente dio con fuerza contra ella y al instante se desplomó, y fue grande la ruina de aquella casa”.

¿Necesitas más razones para leer la Biblia? No dejes que acabe el día sin acercarte a sus páginas. Serán lámpara a tus pies y luz para tu camino (Salmo 119:105).

 

Heber Torres

 

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