Hace solamente unos meses el mundo entero conmemoraba el cincuenta aniversario de la llegada del hombre a la luna. Resulta irónico que hoy miles de millones de personas permanezcan confinadas en sus hogares ante una amenaza imprevista. Y es que, a pesar de toda la tecnología y el conocimiento disponible, la humanidad ha vuelto a comprobar que es un gigante con pies de barro. Sin embargo, la Biblia nos recuerda que podemos confiar en Dios, sin importar cuáles sean nuestras circunstancias. En el Salmo 23, el rey David, que en su juventud vigilaba las ovejas de su padre, lo confirma: Él es ese buen pastor que guarda a los suyos. Pero también el gran Rey que los convida a un banquete que no tendrá fin.

 

  1. La provisión (vs. 1–2)

El texto comienza con una declaración extraordinaria: “Jehová es mi pastor, nada me faltará”. ¿Qué necesita una oveja para vivir? Alimento y descanso. El gran problema de la oveja es que apenas tiene capacidad de orientación. Se pierde y se equivoca fácilmente. Y eso le lleva a dirigirse a dónde no conviene. En el momento en que se aleja del pastor se encuentra rodeada de peligros. Y compromete tanto su alimento como su supervivencia.

No es casual que David utilice la imagen de la oveja, porque eso mismo nos sucede a nosotros también. Cuando nos alejamos de Dios. Cuando seguimos nuestro propio instinto, y nos dejamos llevar por nuestros deseos, nos desviamos y nos perdemos. Ese es el problema del ser humano: apartarse de Aquel que nos da la vida y la sustenta. Pero vivir de este modo resulta tan ridículo como el que una oveja se empeñe en escapar de su pastor. Por eso, el salmo nos anima a confiar en el Señor, no a distanciarnos de Él. Porque el Señor promete proveer lo que necesitamos en el momento en el que necesitamos.

 

  1. La protección (v. 3–4)

Las ovejas no están siempre tumbadas en la hierba fresca. En realidad, pasan mucho tiempo de viaje. Eso supone, en ocasiones, tener que atravesar lugares oscuros, estrechos y difíciles. Y lo que garantiza que podrán llegar al destino deseado no es otra cosa que la presencia del pastor. ¿Cómo saben las ovejas que el pastor está con ellas? No por encontrarse permanentemente en un lugar de reposo. Sino porque aun en medio de la oscuridad, el pastor las acompaña. Con su vara las defiende de sus enemigos. Y con su cayado las dirige por el camino recto. Es precisamente en los momentos más comprometedores, que la protección del pastor se hace más evidente.

El planeta en su conjunto atraviesa hoy una etapa sombría llena de incertidumbre social, política, económica…y muchas personas se encuentran desconcertadas. Sin embargo, la mano de Dios nunca es más notable que en el valle de sombra de muerte. El conocido escritor C.S. Lewis lo explicó así: “Dios nos susurra en nuestros placeres, pero grita en nuestro dolor”. El versículo 4 dice “no temeré mal alguno porque tú estás conmigo”. Su presencia ahuyenta todo temor e infunde aliento al corazón de Sus hijos. ¿Cómo sabemos que Dios está con nosotros? No por la ausencia de dificultades, sino porque aun en medio de ellas, Dios nos protege y nos preserva.

 

  1. La promesa (vs. 5–6)

En los últimos dos versículos el salmo describe una gran fiesta. Y a Dios se le presenta no ya como un pastor, sino como el Dueño de una gran casa. El camino largo y difícil se quedó atrás. Y lo que tenemos delante es una celebración presidida por un Rey. En la época de David, los soberanos celebraban sus victorias por medio de un gran convite. Lo particular de esta comida es que los reyes derrotados estaban presentes también, aunque no comían ni bebían nada. Solo se les permitía acudir para escenificar quiénes eran los vencedores, y quiénes los vencidos.

En estos días se habla mucho de vencer al virus, de derrotar a la pandemia…La victoria que celebra el salmista no tiene comparación. Se trata de un adversario mayúsculo. Un enemigo al que no podemos vencer por nosotros mismos. Uno que nos esclaviza y nos domina a todos, nos aleja de Dios y nos consume hasta morir. Por eso, la promesa que encontramos aquí es realmente maravillosa. El texto afirma que hay Alguien que ha obtenido la victoria por nosotros. Y, además, nos hará partícipes de la celebración. No ya como enemigos del Rey, sino como vencedores en Cristo Jesús.

En el capítulo 10 del evangelio de Juan, Jesús mismo se presenta como el buen Pastor. Un pastor que ama tanto a sus ovejas, que da su vida por ellas. Uno que estima tanto a los suyos que muere en la cruz por ellos. Y es precisamente por medio de Su sacrificio que un día todos los que han reconocido sus pecados y confiado en Cristo podrán estar sentados a la mesa. En ese momento, ese mismo Jesús que murió y resucitó al tercer día, presidirá la celebración. Pero lo hará exaltado y coronado como rey en un banquete que no tendrá fin.

No podemos negar que vivimos tiempos difíciles. Pero la Biblia asegura que podemos confiar en Dios. Porque Él provee para nuestras necesidades, nos protege en medio de toda circunstancia, y promete que un día estaremos con Él por toda la eternidad. ¿Es esta tu confianza?

 

Heber Torres