Hoy se cumplen 503 años de aquel 31 de octubre en que Martin Lutero clavó un documento con 95 tesis en la puerta de la catedral de Wittemberg. El monje agustino no estaba conforme con algunas prácticas mantenidas por la iglesia y pretendía suscitar cierto debate entre los religiosos de su ciudad. Esta no era una costumbre extraña, la puerta de la catedral funcionaba como una especie de tablón de anuncios. El mismo Lutero había clavado 97 tesis en la puerta de la catedral de Wittemberg unas semanas antes de que las famosas 95 fueran difundidas. Pero en aquella ocasión, no obtuvo reacción alguna. Lo extraordinario es lo que sucedió aquel 31 de octubre.
A priori, estas notas no tenían mucha repercusión más allá del interés que despertaba en los clérigos que podían llegar a leerlas. La mayoría de las personas no sabía leer ni escribir, el texto estaba escrito en latín y solo quienes contaban con una educación específica conocían este idioma. Pero alguien, de quien no tenemos constancia, recogió el escrito y lo tradujo al alemán. Copias fueron distribuidas por todo el país. Y en tres años, este profesor desconocido era excomulgado por el papa Leon X, convocado por el mismísimo emperador Carlos I, y examinado por toda una cohorte de religiosos quiénes decidirían qué hacer con el ya entonces célebre “disidente”.
Mucho se ha escrito y debatido sobre las razones y motivaciones detrás de este gran cisma. Lo ocurrido aquel 31 de octubre de 1517 tuvo un impacto trascendental, y el mundo tal y como lo conocían cambiaría para siempre. Pero más allá de nombres y de intereses políticos, la reforma protestante fue un movimiento espiritual promovido por creyentes celosos por la verdad. Y entre todas sus preocupaciones, destacaron tres cuestiones clave, no solo para aquel tiempo sino para cualquier época en la que nos encontremos.
- ¿Cómo acercarse a Dios?
A lo largo de un proceso lento pero progresivo, la llamada Santa Madre Iglesia y su Papa se habían erigido en representantes divinos autorizados, convirtiéndose en el único filtro posible para relacionarse con Dios. Mientras tanto, las Escrituras habían sido diluidas, olvidadas o ignoradas en favor de otras voces y liturgias varias. Los reformadores, en cambio, entendieron que si el hombre y la mujer de su tiempo deseaban acercarse a Dios tendrían primero que tener acceso al medio por el que Dios se revela a la humanidad: Su Palabra. Por esa razón, denunciaron abiertamente un desplazamiento de la Biblia en favor de otras fuentes de autoridad como la tradición, los concilios, el clero o aun las campañas promocionales.
Todavía en 1517, Lutero escribía en su tesis 54: “Se injuria la palabra de Dios cuando en el mismo sermón se emplea más tiempo para predicar las indulgencias que para predicar la palabra”. Juan Calvino en su Institución de la Religión Cristiana concluyó lo siguiente: “Nadie puede tener la más mínima idea de la sana doctrina respecto a Dios mientras no haya asistido a la escuela de la santa Escritura. El principio de toda verdadera inteligencia procede de ahí”.
La Biblia fue el libro de texto de la Reforma. Además de predicarla, cantarla y dibujarla, los reformadores la tradujeron para que pudiera ser leída en el idioma de la gente. Verdaderamente creían que la fe viene por el oír y el oír la Palabra de Cristo (Romanos 10:17). Fue su compromiso con la Escritura la que les motivó a trasladarla a los idiomas populares, a difundirla desafiando las leyes de censura y a enseñarla a la gente. Algunos ejemplos son los siguientes:
- En 1522 Lutero traduce el Nuevo Testamento del griego al alemán.
- En 1523 Pierre Robert Olivétan, que era primo de Calvino, traduce la Biblia del hebreo y el griego al francés.
- En 1526 William Tyndale traduce el Nuevo Testamento del griego al inglés.
- En 1534 Lutero publicó su traducción de la Biblia al alemán desde el hebreo y el griego.
- Zuinglio en el norte de Suiza y Alemania
- En 1543 se publica desde Amberes la traducción al castellano del burgalés Francisco de Enzinas del Nuevo Testamento.
- En 1556 se publica desde Ginebra la traducción al castellano del Nuevo Testamento de Juan Pérez de Pineda, nacido en Montilla, Córdoba.
- En 1569 se publica desde Basilea la traducción al castellano desde el hebreo y el griego de Casiodoro de Reina, extremeño de Montemolín.
Gracias al esfuerzo de hombres dedicados a esta labor, muchos siglos después tenemos acceso al texto bíblico en múltiples formatos y versiones. Pero el valor de la Escritura se mantiene invariable. ¡En ella encontramos palabras de vida!
- ¿Cómo alcanzar la salvación?
Lutero escribió: “Cristo no es un moisés, un carcelero o un verdugo; es un mediador que nos reconcilia a nosotros, pobres pecadores con Dios…Él no será comprendido, quiere ser inasequible a no ser por medio de Cristo”. Él mismo había luchado interiormente con esta pregunta: ¿Cómo puede ser aceptado por un Dios que es Justo, que es Santo? Tratando de obtener perdón por sus pecados, se había entregado a los ejercicios espirituales de una manera radical. Tanto es así que hasta su confesor estaba cansado de recibirle continuamente. Durante toda su vida arrastró problemas de salud derivados por sus abusos de ayuno y otras prácticas. Pero Lutero seguía frustrado consigo mismo porque entendía que todos sus esfuerzos no eran suficientes para cambiar su naturaleza y sus inclinaciones naturales. Hasta que entendió el significado del evangelio, y lo hizo a través de un texto del libro de los Romanos: “En el evangelio, la justicia de Dios se revela por fe y para fe, como está escrito, el justó vivirá por la fe”. (Romanos 1:17)
En su libro III de la Institución Cristiana, Calvino lo explicó así “únicamente somos justificados ante Dios por el medio exclusivo de la justicia de Cristo. Nuestro único derecho a la justicia depende de que participemos de la de Cristo; si la poseemos, tenemos con él todas sus riquezas”.
Sobre la salvación del hombre, Casiodoro de Reina explica en una confesión escrita desde el exilio en Londres en 1560:
“Renunciamos a todo humano mérito o satisfacción que a la divina justicia se enseñe poderse hacer para alcanzar perdón del pecado fuera del mérito y satisfacción que el Señor tiene hecha por todos los que en él creyeren. Creemos que, solo a Jesús el Cristo pertenece justificarnos y darnos la fe para él y el testimonio interior de nuestra justificación por su espíritu”.
¡Redescubrieron el evangelio de Jesucristo! Un mensaje sencillo, pero poderoso para salvar para siempre a los que por medio de Él se acercan a Dios, puesto que vive perpetuamente para interceder por ellos (Hebreos 7:25).
- ¿Cómo administrar la Iglesia?
El cristianismo a inicios del Siglo XVI se encontraba en una situación muy crítica. Algunos historiadores han descrito la labor de los clérigos y obispos de la época más como guerreros o señores feudales que como pastores, constantemente involucrados en intrigas a razón de sus propios intereses económicos. Erasmo, en su obra Elogio de la Locura, escribe lo siguiente: “Tan aborrecido de todos es este gremio, que el encontrárselos casualmente por la calle se tiene por cosa de mal agüero, lo cual no les impide tenerse a sí mismos en alto concepto. Estiman como suprema perfección estar limpios de toda clase de conocimientos, tanto, que no saben ni leer.”
Lutero se ensañó con dureza con el sistema sacramental, porque, en opinión del reformador alemán, la Iglesia ejercía una función desproporcionada:
“Dirijo mi acusación contra todos los papistas, y les digo que, si no retiran sus cánones y sus tradiciones, si no restituyen a las iglesias de Cristo su libertad, si no hacen que esta libertad se proclame, se están haciendo reos de la perdición de todas las almas que perecen en este cautiverio miserable y el papado no será más que el reino de babilonia y del verdadero anticristo”.
Años después, Lutero mismo trataba de explicar que no era una fijación personal lo que le movía en sus actuaciones.
“El motivo primordial por el que he atacado al papado estriba en que el papa se vanagloriaba de ser la cabeza de la iglesia y condenaba a cuantos rehusaban someterse a su autoridad y a su poder. Pretendía y afirmaba que, aunque Cristo fuese la cabeza de la iglesia, también había que aceptar a una cabeza visible en la tierra. Además, usurpó el poder sobre la iglesia sagrada, sobre la Escritura Santa y sobre la Palabra de Dios”.
Con respecto a la actividad eclesial, Casiodoro de Reina insiste de nuevo en la necesidad de entender lo que la Biblia dice para establecer los parámetros que han de regir la actividad de la iglesia cristiana.
“No hallamos en la divina historia en cuanto a los sacramentos que él había instituido, más de dos, que propiamente, más de dos…los cuales son el bautismo y la Santa cena. Los demás que en este número han sido puestos, o lo fueren aquí en adelante, los tenemos por adulterinos, si son invenciones de hombres que con blasfemo atrevimiento los inventaron.”
Antonio del Corro escribió una carta a Felipe II el 15 de marzo de 1567 desde Amberes. En ella afirma que la iglesia debe dedicarse a la enseñanza de la Biblia y la predicación de Cristo: “La predicación de Cristo debe diariamente resonar la boca de los doctores del evangelio para hacerla oír en los oídos de las conciencias afligidas y abrumadas por la carga de sus iniquidades…esta es la doctrina, esta es, repito, la verdadera teología que debemos todos aprender, y habiéndola experimentado en nosotros debemos enseñarla a los demás.”
Los reformadores se esforzaron en explicar su conexión directa con la Biblia como la fuente de sus afirmaciones. Este punto es importante, porque nunca se vieron a sí mismos como unos profetas de mensaje novedoso. Las numerosas citas bíblicas y aun de los llamados padres de la iglesia presentes en sus escritos muestran que no se consideraban a sí mismos como intrusos del cristianismo, sino como los herederos legítimos de sus más antiguos predecesores. Reconocieron que la autoridad de la Iglesia reposa exclusivamente en las Escrituras.
503 años después han sido pocos los que han leído los escritos de los reformadores o los que saben de las tesis de Lutero. Sin embargo, el mensaje de la Reforma sigue siendo tan relevante como lo fue en su momento. ¿Cómo nos acercamos a Dios? ¿Cómo alcanzar la salvación? ¿Cómo ha de administrarse la iglesia? Estas cuestiones siguen demandando una respuesta por nuestra parte. Y la Reforma nos redirige al lugar adecuado para encontrarla, ¡la Biblia!
Heber Torres
Tremendo lo que Dios hace a través del hombre, gracias a Dios por su palabra y a estos hombres, sigamos su ejemplo
Excelente artículo, Heber, a parte de enseñarnos cronologicamente el desarrollo y lo que significó la Reforma, me gusta y destaco tus palabras. “Y la Reforma nos redirige al lugar adecuado para encontrarla, ¡la Biblia!” “Pero el valor de la Escritura se mantiene invariable. ¡En ella encontramos palabras de vida!”. “Reconocieron que la autoridad de la Iglesia reposa exclusivamente en las Escrituras.”. Bendiciones